Desde el enfoque de Desarrollo Humano, entendido como la ampliación y despliegue
de las capacidades de las personas para construir sus proyectos de vida en un marco de
responsabilidad con las generaciones futuras, la Región Metropolitana de Santiago ha
avanzado en aspectos fundamentales: los accesos y coberturas de salud, educación y
servicios sociales básicos están sobre el 80% promedio en sus indicadores respectivos, el
crecimiento económico muestra una dinámica sostenida a tasas promedio del 5% en la
última década, la Región es reconocida a nivel internacional por su competitividad para
hacer negocios, gracias en buena parte a su destacada infraestructura vial, de servicios y
de la calidad de la construcción, así como la presencia de los más reputados centros de
educación superior del país.
No obstante, el desarrollo de las personas como individuos y como colectivo social, implica
más que las necesidades básicas satisfechas, crecimiento económico e infraestructura
de alto nivel, implica otras dimensiones y otros énfasis en la mirada del desarrollo, sobre
todo si se apuesta por un desarrollo equitativo, inclusivo, sostenible y de largo aliento. Esas
dimensiones hacen referencia a la forma como las personas perciben la evolución de sus
proyectos de vida, como ven el progreso, como lo construyen y se proyectan en él, con lo
cual se releva y prioriza la concepción subjetiva del desarrollo.
La segregación espacial de la Región Metropolitana aún muestra rezagos de marginalidad,
alguna falta de conectividad e integración urbano rural, así como la desigualdad de
ingresos, de acceso y calidad de la educación, de oportunidades laborales de calidad y las
malas condiciones habitacionales para ciertos segmentos de población, los postergados
de siempre, la discriminación que sienten ciertas minorías étnicas, de inmigrantes o de
discapacitados. Estos son algunos de los déficits sociales que la Región acusa y que no
permiten afirmar aún, que sea una región con oportunidades para todos y donde todos
pueden desplegar sus capacidades.
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Otros elementos que complementan los caracteres desfavorables de la imagen regional
actual y que son la contracara del notable progreso alcanzado, hacen referencia a la
falta de seguridad humana, expresada principalmente por la alta tasa de percepción de
victimización de delitos, además de ciertos rasgos de precariedad laboral y percepción de
mala calidad en la atención de servicios de salud, la muy incipiente gestión sustentable del
ambiente, la baja tasa de capital social, manifestada en la debilidad de las confianzas y en la
baja participación ciudadana, que no convoca la integración en organizaciones sociales, a
pesar del evidente malestar expresado recientemente en las calles por algunos sectores de
población y finalmente el notorio déficit de innovación que ya comienza a hacer mella en
los logros de competitividad y productividad de las empresas.
Este trabajo de diagnóstico enfatiza en esos aspectos críticos de la imagen regional, al
profundizar en el análisis de las condiciones, tendencias y contexto predominantes en la
trayectoria de la Región para avanzar en el Desarrollo Humano, donde el desarrollo se aplica
a todas la personas y en todas las dimensiones de su vida, porque es allí de donde existe
mucho por avanzar y superar, especialmente si se orienta la gestión hacia la construcción
de una visión compartida de futuro de una región que quiere seguir siendo próspera, pero
también más igualitaria, más integrada, más inclusiva, segura, innovadora y sostenible.