Abstract |
Este trabajo analiza la forma en que se vinculan las conductas antisociales (delictivas) con los cambios que ha tenido durante los últimos veinticinco años la estructura y roles desempeñados en el ámbito familiar. La violencia que se vive cotidianamente en este espacio, constituye un componente esencial que dificulta el proceso de socialización de los individuos, principalmente niños y jóvenes, aumentando su propensión a transgredir la norma social y jurídica. No obstante, la violencia que se ejerce en contra de los propios miembros de la familia es escasamente tratada como un problema del orden público. Se observa, asimismo, que el mayor ejercicio de la violencia tiene lugar en familias más bien tradicionales en las que prevalece la estructura patriarcal, que en el nuevo tipo de hogares en los que la mujer tiene participación en la actividad económica y cierto grado de incidencia en las decisiones públicas y privadas. |